RETROCRÍTICA                 LA VIDA ES BELLA



                                                          ¡Buenos días, princesa!



Dos películas en una o una tragicomedia en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El gran Begnini dirige, protagoniza y trabaja junto a su esposa Nicoletta Braschi en el gran éxito internacional que en el año 1999 ganó tres Oscars emocionando al mundo entero. La vida es bella, es un canto o un cuento que primero te hace reír en la Italia fascista de Mussolini, con un joven y gracioso Guido Orefice que intenta conquistar galantemente a la infeliz Dora ¡está a punto de comprometerse con un funcionario local de Arezzo! y luego te hace llorar años después con la conmovedora historia de Guido padre y su hijo Giosuè, en un campo de concentración nazi. 

Todo lo que al comienzo es alegría, surrealismo e irrealidad con coincidencias rebuscadas ¡caballos pintados de colores o gorros andarines! más tarde se convierte en una triste realidad cuando los judíos son llevados a la fuerza al campo de concentración y Dora acepta ir voluntariamente allí buscando a su marido e hijo. La gracia de Guido consigue que Giosuè se tome esa traumática experiencia como un juego más ideado por la mente de su padre que lo protege de esa barbarie llamada Holocausto o genocidio perpetrado por los alemanes de Hitler. 








Dora, Guido y su hijo consiguen sobrevivir como pueden esforzándose en el trabajo y evitando la cámara de gas. Los antiguos amigos desaparecen y los conocidos, como el doctor Lessing que anteriormente jugaba a las adivinanzas con él y que ahora no puede o no quiere ayudarlo a escapar de allí. 

Como un Charles Chaplin sin bastón y bombín, este prisionero con pijama a rallas sortea los peligros y protege y esconde a Giosuè, enmascarando todo lo que sucede alrededor. Para ello no duda en mentir, hacerse pasar por traductor de alemán, disfrazarse de mujer o "tomar prestada" la radio de megafonía para mensajear a su esposa y comunicarse con ella a voces. 








La música tiene mucha importancia en este film, con obra del italiano Nicola Piovani y el compositor Jacques Offenbach ¡romanticismo patrio y ópera alemana! 

La vida es bella, te toca la patata, te hace sentir incómodo en ocasiones, tensionado en otras y sobre todo ensalza la figura del padre que es capaz de hacer cualquier cosa por sus hijos, arriesgándolo todo y bajando hasta los infiernos para hacerle feliz. Giosuè fue un niño que pudo pasarlo muy mal y que gracias a Guido pasó la tragedia y el sufrimiento judío en esos tiempos "jugando para ganar un tanque!









Como en la película, sentimos el magnetismo y no podemos dejar de observar la pantalla para saber que ocurrirá al final ¡la filosofía de Schopenhauer! Benigni consigue atraernos y vencer nuestra voluntad haciendo que no podamos escapar a su poder como un hipnotista que controla nuestro cuerpo o un mago de la imagen que puede acercar objetos hacía sí mismo con el marco incomparable del hermoso Renacimiento toscano o el patetismo gris y pobre del interior del campo de concentración en donde los gritos y la muerte campan a sus anchas. En bicicleta, a caballo o montado en un carro blindado estadounidense, el viaje merece un segundo, tercero o más visionados porque Benigni lo vale ¡es un regalo para el cine! y las obras maestras también...












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