CUANDO LA PINTURA ENCONTRÓ AL CINE
La inocente mirada de un niño
La ganadora de cuatro Oscar en el 2019, la surcoreana Parásitos, de Bong Joon-ho, sorpresa para algunos y realidad para otros, nos presentaba a un niño muy especial, Da-song, ese crío de diez años, hijo de los ricos Park que dibujaba cosas muy rarunas y pintaba autorretratos abstractos. Ni Ki-woo ni su hermana Ki-jung llegan a intuir lo que se representa en el cuadrito que se cuelga como una obra de arte junto a las fotografías de la familia, en el salón de la casa ¡el primero ve a un chimpancé!
El día que Da-song vio al fantasma que se escondía en un búnker subterráneo, en realidad, el marido parásito de la señora Moon-gwang que salía por las noches a asaltar la nevera de los dueños de la casa, algo cambió en la cabeza del niño traumatizándolo de por vida. No era un genio, tampoco lo parecía ¡el amor de madre es ciego! solo era una personita que deseaba decirle al mundo lo que había visto sin usar palabra alguna. Además encontramos referencias a lugares exteriores e interiores por los que se mueven los personajes y seres humanos desgraciados que sobreviven en un mundo cruel que no los soporta.
El niño se pinta en sus dibujos disfrazado de indio con su tocado o corona de plumas, unos ojos muy grandes ¡como platos cuando vio al fantasma y le dio el ataque epiléptico! y nariz excesivamente gigante que le permite reconocer olores como el de los pobres Kim. En el conocido cuadro el niño es sustituido por el fantasma, con escaso pelo y labios rojizos junto a un pequeño doble o forma rara que asaeteada y encorvada parece conducir algún carrito ¿el ama de llaves? en donde dice Ki-jung que se muestra la zona de la esquizofrenia o caja negra del cerebro del niño. En la parte superior derecha aparece otra imagen del marido de Moon-gwang como desconocido espíritu que atormenta sus sueños, de nuevo el malvado señor Geun-sae, una sombra del hombre que fue antaño. La flecha amarilla gigante, una gran flecha india, señala el deseo de estos dos humanos por subir de clase, abandonar su triste y apagada vida sin color y disfrutar de la luz del sol que es propiedad de la familia Park. Las nubes presagian una tormenta y lluvias torrenciales que inundarán su hogar en el búnker, sin embargo el sol brillará el día después en el patio en el que se celebra el cumpleaños del chico o una tragedia que se anunciaba. El contraste es más que evidente entre los ricos y pobres o colores fríos como el negro y gris o calientes como el amarillo o naranja del tipi indio donde pasa demasiado tiempo Da-song. Geun-sae en ocasiones se encuentra entre ambos mundos, momentos en los que abandona su refugio por las noches para alimentarse, como una vil cucaracha.
Como bien dijo la señora Park, su hijo parece ser otro niño prodigio, de familia acomodada, como Jean-Michel Basquiat quien también se caracterizaba por pintar autorretratos en donde claramente sale a la luz su primitivismo africano y arte underground nada convencional y si muy urbano. Al igual que este, Da-song critica con su arte las desigualdades sociales en Corea del Sur con personas que viven bajo tierra como bichos y otros más afortunados que no tienen que mentir o estafar para poder escapar de allí, todos son parásitos de alguna u otra forma pues necesitan y se aprovechan de los otros para poder sobrevivir, como la inútil Yeon-kyo que no sabe cocinar ni hacer las labores del hogar.
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