CUANDO LA PINTURA ENCONTRÓ AL CINE



Gracias a Stuart Little

 

 

¡Muy grande! aunque el animalito es muy pequeño. Su película de 1999 fue vista diez años después en DVD por el historiador de arte del Museo Nacional Gergely Barki y su hija Lola en el salón de su casa. ¡No podía creerlo! ante sus narices reconoció un cuadro colgado, sobre la chimenea, en el comedor de la casa de los Little que se conocía gracias a fuentes escritas y reproducciones fotográficas pero del que no se sabía su paradero dándolo todos por desaparecido. Hungría tenía su Marcelino Sanz de Sautuola y su María.

 

 



Comenzó de esta manera la búsqueda del mismo intentando averiguar si en realidad era un original o una copia lo que hubiera supuesto una gran decepción. Descubrió entonces que la tela, comprada por la productora Columbia, en una tienda de antigüedades de segunda mano en Pasadena (California) por 500 dólares, había sido vendida después del rodaje del film a un coleccionista privado. Allí probablemente llegó de manos de algún otro de origen judío que después de comprarlo en una exposición en 1928 ¡Barki había visto una foto del óleo en blanco y negro en el catálogo! logró salir huyendo de Hungría antes de que los alemanes nazis invadieran el país.

 

 






 

En el 2014 se vendió en subasta el cuadro por la galería de arte Judit Virag, de Budapest. Hasta allí llegó de mano del marchante de arte, cuyo nombre no ha trascendido, al que se lo vendió la misma trabajadora que lo descubrió y lo tuvo colgado en su hogar un tiempo. Un nuevo coleccionista privado húngaro lo adquirió, con precio de salida de 110.000 euros llegando hasta los 229.500.

 

 

  

          

Ahora sí les presento el óleo sobre lienzo, Mujer dormida con jarrón negro, del artista Róbert Berény (1887-1953) que mide 64 x 87 cms y se pintó entre 1927-1928. Una obra avant-garde o vanguardista que bebe de otros pintores contemporáneos como Henri Matisse o Amedeo Modigliani con ejemplos muy similares.

En este caso nos encontramos con una escena de interior, con visión horizontal, fondo neutro, si exceptuamos las líneas claras verticales que decoran el sofá y representación de una mujer dormida al lado de una mesa que soporta un gran jarrón de color negro a juego con el cabello de la joven y la manta con la que se tapa. La mujer puede ser Eta Breuer, violonchelista y segunda esposa de Berény que sirvió de modelo a más de una obra de su marido.

Había jugado al ajedrez con Leó Weiner, leído novela y tocado, vestida de rojo, su instrumento preferido ¡ahora le tocaba dormir y descansar sus ojos! La firma, en la esquina inferior derecha, izquierda nuestra, revela el nombre del autor e indica su autenticidad.

 

 

   





Escribe solo su apellido con la inicial en mayúscula y el resto en letras minúsculas alargando la “y” final. Usa una paleta de colores fríos como el negro, gris o azul solo rotos por un amarillo apagado. La composición nos marca una línea diagonal muy clara que comienza en la esquina inferior izquierda, continua en uno de los picos de la mesa, pasa por el cuerpo de Eta, incluyendo su pequeño cuello descubierto y liso, sin ningún adorno y acaba en su cabello peinado con raya a un lado. El color supera a la línea, esbozada en solo algunas partes y sin mucha fuerza.

 

 


 


Como en casos anteriores encontramos obras similares a esta en donde las figuras parecen flotar en el espacio. Henri Matisse era un maestro en esto, colocando objetos, animales y seres humanos en espacios sin apenas detalles, simplificados y que buscan la calma ¡como una simple siesta en un sofá! Son cuadros bidimensionales en donde la profundidad queda anulada por los mismos elementos incluidos en ellos. Sus retratos femeninos suelen incluirse en interiores, algunos nos recuerdan a Berény con presencia de mesas y jarrones o paredes y sofás estampados como en Armonía en amarillo, de 1928.

Lo mismo ocurre con Amedeo Modigliani, del que hablaré en el próximo capítulo. El pintor italiano era un amante del retrato femenino y nunca abrazó la vanguardia ni el gusto contemporáneo con lo que se convirtió en un artista original, alejado de cualquier tipo de convencionalismo o moda europea. Sus modelos sobre fondo neutro se caracterizan por poseer un cuello excesivamente largo para ser normal y unos rostros ovalados, con ausencia de líneas marcadas o detalles reseñables ¡labios pintados de rojo en ambos artistas y ojos inexpresivos o vacíos de un solo color! No tiene ningún problema en desnudar a sus mujeres a las que acuesta en divanes o sofás siempre controlando que la pintura domine a la línea en interiores fríos y con nulo detallismo como en Desnudo acostado, de 1919.



       



 

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