CUANDO LA PINTURA ENCONTRÓ AL CINE



Mas seguro en mi habitación


 

Decía Manuel Azaña, presidente de la 2ª República que el Museo del Prado es más importante para España que la Monarquía y la República juntasy por ello la Junta Central del Tesoro Artístico, fundada en 1936, ante el peligro de destrucción de las joyas que albergaba en su interior por causa de los bombardeos en plena Guerra Civil Española decidió trasladar su colección a Valencia. Este es el comienzo del film de Antonio Mercero y también una declaración de intenciones del director quien da mayor valor al arte que a la política, a la libertad y creación que a la prohibición o destrucción.

Manuel, bedel o celador de la pinacoteca madrileña de ideología anarquista que adora la obra y vida de Francisco de Goya, se ha dado cuenta de que en la evacuación se han dejado olvidado en una sala, junto a unos sacos de tierra, un pequeño cuadrito con el autorretrato del genio español. Manuel se encarga entonces de guardarlo en su casa y se promete restablecerlo a su lugar de origen cuando finalice el conflicto. Hasta que eso ocurra, la pintura, fechada en 1815, pasa por distintos lugares de su habitación en la pensión de su tía Flora, en la que vivirá con su novia Carmen, recogida en una boca de metro o fuera de allí, cuando va a entregarla a la sede de la Junta Central del Tesoro Artístico. Del interior de un ropero a colgarse en la pared a la vista de todos, incluido un grupo de milicianos que registran su habitación y que se creen las palabras de Melquíades, abuelo de Manuel que lo identifica como su tío Paco de Zaragoza o el cabecero de una cuna. Además sobrevive a un bombardeo y a la amenaza de la quema por parte de los republicanos.


 

                       




                               



 


 

 

Manuel se enfrenta al mal que quiere apropiarse del cuadro con fuerza y determinación en pos de la justicia y por amor al arte. Lucas Maceira y el usurero Heliodoro que ha comprado el cuadro al miliciano después de que este se lo robara a Manuel aprovechando su ausencia ¡estaba de boda y era el novio! no consiguen salirse con la suya. Manuel recupera su tesoroy después de la guerra escapa de los victoriosos falangistas que pretenden robar lo que no es suyo ¡el mismo perro con distinto collar! Su muerte defendiendo el Autorretrato, en el interior del Museo del Prado, recuerda Los fusilamientos del 3 de mayo y el grito de libertad de su protagonista de camisa blanca, el deseo de todos los españoles.

 

 

 




 

Francisco de Goya y Lucientes que había sido testigo del desastre de la Guerra de Independencia, de 1808-1814, vuelve a mirar cara a cara a la barbarie, esta vez desde el hogar de un humilde españolito de a pie o al final desde un muro desnudo, cuando su salvador cae víctima de las balas enemigas, historia que los guías tergiversarán en las visitas a la exposición permanente, ya en tiempos de posguerra. Según uno de ellos, los rojos lo sustrajeron del museo con ánimo de venderlo en el extranjero pero los falangistas lo recuperaron tras la victoria recibiendo la Gran Cruz de Isabel, la Católica como agradecimiento. Segundos después Carmen con su hijo observa el cuadrito y dice en voz baja ¡salud compañero! con lágrimas en sus ojos y acordándose de su marido asesinado.

En realidad no pasó nada de esto ¡hubiera sido muy bonito! La obra del genio español estuvo en un principio colgado en la Quinta del Sordo, según el inventario de Antonio de Brugada. En 1866 fue comprado a su propietario, Román de la Huerta y llevado al madrileño Museo de la Trinidad hasta que en 1972, disuelto este, pasó al nacional Museo del Prado, donde se exhibe hasta hoy.

Goya, a la edad de sesenta y nueve años o un autorretrato con influencia velazqueña en donde el rostro, con tez sonrosada del pintor y mirada firme y serena, destaca sobre un fondo oscuro neutro o espacio indefinido como si un foco de luz artificial le apuntara directamente. La levita marrón rojizo, tapa a medias una camisa con el cuello desabrochado haciendo juego con el cabello desbaratado y medio revuelto del que hace gala nuestro protagonista. La firma y año, en este óleo sobre lienzo, de 46 x 35 cms, está incisa sobre la pintura, por encima de su hombro derecho:

 

Fr. Goya  Aragones   Por el mismo  1815

 

El número de inventario, perteneciente al Museo de la Trinidad,  es el 177. T   

 

 

 

                        





 

 

 

    Autorretrato de Goya, 1815. Fig 238.

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