ARTE Y CARTEL



                                        

                                    Pathé Freres y Gaumont en competencia (Parte 7)



El director Louis Feuillade rueda en 1908, Prometeo, una tragedia mitológica que tiene como protagonista al Titán que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. Zeus le castigó encadenándolo en el Caúcaso a donde mandaba a un águila a que le devorara el hígado. Cada noche este órgano volvía a crecer y al día siguiente el águila repetía la misma acción con el consiguiente sufrimiento eterno. Muchos artistas han pintado este suplicio, uno de ellos es nuestro querido José de Ribera y su óleo sobre lienzo.

Una descomunal ave de color negro llega a la roca en donde Prometeo desnudo está encadenado en una postura poco realista o barroca con una herida sangrante en el costado. Mientras el Titán de Gaumont no expresa sentimiento alguno, el del Espagnoletto, abre la boca demostrando un sufrimiento extremo.

 

 

            



Un año después rodó La muerte de Cambises. El cruel rey persa en el año 550 a.C. fue asesinado por Amestris, bella esposa de uno de sus hombres que se vengó de la accidental muerte de su hijo Masyos. En el cartel, anónimo también, Cambises cae al suelo herido mortalmente por una jabalina, al fondo Masyos yace tendido sobre una cama elevada y una manta de piel. En una de las esquinas, como siempre, aparece el sello de la productora, la gran margarita, como el nombre de la madre de León Gaumont junto a las palabras francesas FILMS Y CINEMA.

 

 

                


Normalmente estos cartelistas anónimos que trabajaban para Gaumont preferían la vista horizontal para sus obras como en La agonía de Bizancio, de 1913. Esta vez nos encontramos con un tríptico a la manera de pintura religiosa flamenca con tres imágenes distintas.

En los laterales, tablas derecha e izquierda, si se trata de una obra de devoción se representan a dos de los protagonistas de la película de Feuillade. Mientras el sultán otomano Mehmed II llega a caballo a las puertas de Constantinopla en 1453, el emperador bizantino Constantino XI espera el ataque en su trono. En el centro se recrea la batalla en el interior de la ciudad, después del asalto que acabará con la toma de la misma y la muerte de Constantino que es decapitado. Cada escena se enmarca bajo un arco de medio punto decorados con emblemas con un par de animales fantásticos.

 

 





 

De esta segunda época de la Gaumont, es difícil encontrar un póster con firma del cartelista. Los títulos escritos en letras mayúsculas se colocan en el interior de un rectángulo y no puede faltar el logo de la productora a veces duplicado.   

Sus melodramas, de época moderna o medieval, tienen un ritmo lento o pausado y están plagados de referencias a la muerte o al paso del tiempo. Algunos se localizan en lugares concretos y otros en espacios bucólicos donde solo respiraba paz y tranquilidad.

Un error hace que el marqués René de Romiguières desconfíe de su esposa y crea que esta le es infiel. Es por ellos que trama una venganza que acabará con Suzanne accidentada en un coche de caballos. Precisamente vemos esto en el cartel anónimo junto al logo Gaumont y el título en la esquina inferior derecha. Los caballos corren alocados por el camino haciendo que la mujer se caiga con peligro de morir. Como ya hemos visto en ocasiones en el mismo cortometraje aparecía algún póster cinematográfico que ha desaparecido como el que exhibe en el exterior la sala de cine en la que se está proyectando una comedia de la productora, Onesime vagabond.                

 

 

 

                                    


 

De 1909 son dos títulos que comparten similar escenario y personajes y también litografías art nouveau. Feuillade describe diferentes horas del día o exalta una estación del año como la primavera.

Varios seres fantásticos como hadas o ángeles disfrutan de la naturaleza conservándola y deleitándose con su belleza, como los que se encuentran subidas a los árboles tocando música. Bailan y celebran alegres que ha llegado esta estación. Otros, como ninfas y faunos de la misma manera danzan en un lugar paradisíaco en el film Les heures.

 

 

                                                  



El artista italiano Giuseppe Pellizza Da Volpedo a finales del siglo XX (1896-1901) pintó un oleo sobre lienzo en donde un corro de niños jugaban en medio de un hermoso paisaje muy florido. Este idilio primaveral recuerda demasiado a este film en donde la imagen se muestra en un formato elíptico.

 

 

 



 

 

La otra litografía mezcla elementos naturales, como vegetales y decoración de línea curva y asimetrías con tres escenas en donde las figuras femeninas sensuales invitan al erotismo con sus gráciles contoneos provocativos y semitransparentes túnicas. Sabemos que este director que comenzó siendo periodista venía de una familia que se dedicaba a la exportación del vino y quizás ello le llevó en 1918  a dirigir un film que cuenta una historia dramática sobre unos jornaleros en un viñedo francés, compuesto por cuatro episodios: Prólogo, La viña, El tanque y Vino nuevo. En Castelviel, finca del sur, los refugiados de la gran guerra y dos espías alemanes que se hacen pasar por belgas recolectan la uva para el dueño del viñedo que se quedó ciego a causa de la guerra.

 

 

  



Es una película de dos horas y media de duración que tiene como heroínas a las mujeres, Sara la gitana que es acusada falsamente por los dos alemanes de haber robado en el viñedo y Louise que también es injuriada por haber tenido un hijo con un soldado enemigo, algo que luego se descubrirá que es mentira. El ilustrador Armand Rapeño del que hablaremos en el capítulo dedicado al cine impresionista francés representa a una furiosa mujer armada con una botella que está dispuesta a agredir a los dos militares. En la mesa solo están las botellas y una copa junto a un mapa, en el film además encontramos una lámpara, diversos libros, etc... Uno de los soldados lleva puesta su gorra, algo que no ocurre en la escena real.



                     


En Carcassone, sur de Francia, Feuillade rodó varias películas dramáticas en la Edad Media. En 1908 su equipo invadió el lugar para traernos Retour du croisé, Serments de fiancailles y La guitare enchanté. Solo se conservan posters de dos de ellas, ambos con títulos con letras góticas muy ornamentadas, las iniciales de otro color y mayúsculas. En uno vemos a un caballero montado en su caballo de espaldas al espectador, vestido con armadura que regresa después de las cruzadas mientras que en el otro otro valiente caballero se encuentra con su dama declarándole si amor bajo la atenta mirada de su escudero. Uno de los animales es blanco inmaculado y el otro por el contrario es más negro que el hollín. Alrededor del castillo de Carcassone, hay un río que se adivina en el segundo affiche.

 

 

              




 

León Gaumont interesado por el melodrama policíaco no solo acudió a Alice Guy o Louis Feuillade. Muchos otros directores en las dos primeras décadas del siglo XX exploraron este género con un sentido realista y escenarios parisinos. L ´enfant de París, de Léonce Perret, hubiera tenido sin duda varias litografías firmadas por Faria o L. Charbonnier, en vez de eso se contentó con posters de artistas anónimos que técnicamente eran bastante interesantes pero demasiado parecidos unos a otros.

La hija de los Valen, a la muerte de sus padres, es internada en un orfanato del que se escapa. Léonce Perret aprovecha para describir la ciudad al paso de la triste niña que es raptada por un delincuente y dada a un zapatero borracho que la maltrata. Solo Bosco, un simpático aprendiz del mismo, le ayudará a que se pueda reencontrar con su padre Pierre de Valen al que todos daban por muerto en la guerra de Marruecos. Marie-Laure deambula por la noche en las desiertas calles de la capital acompañada solo de una muñeca y es sacada a la fuerza de la zapateria cuando se la lleva Edmond ¡Es L ´enfant de París! La obra maestra de este director, digno conocedor de la filmografía temprana de D. W. Griffith.

 

 

                                             


 

Bosco cerca del río Sena, con la catedral de Notre-Dame detrás suyo, nos mira cariacontecido por todo aquello que ha visto y lo que verá. Tiene un jefe y maestro que lo pega y que se aprovecha de él y una pequeña amiga a la que va a perder sino hace algo pronto.

Los cuatro affiches parecen pinturas al oleo cercanas al impresionismo. Léonce Perret filma los exteriores en la calle de París y Niza al igual que los artistas que trabajaban plein air y poco en su estudio para captar mejor la luz natural.

 

 

                                                       

 



 CONTINUARÁ...

 

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