CUANDO LA PINTURA ENCONTRÓ AL CINE
Mi desconocida amante
Ni siquiera Woody Allen puede escaparse de la tentación de unir pintura y cine en una de sus películas. La ciudad del Amor y del Arte también, el París bohemio de principios de siglo XX, recibe un merecido homenaje en el film del 2011, Medianoche en París. El escritor norteamericano Gil Pender, un enamorado de la capital francesa, respira el aire más cargado y culto del planeta mientras pasea solo o acompañado de una amante desconocida por las orillas del Sena. Una pintura vista en la casa de la crítica de literatura, la estadounidense Gertrude Stein, retrata a la soñadora Adriana, musa de distintos artistas y escritores, como Ernst Hemingway, Modigliani, Braque o Picasso y realidad nocturna que sin hacer ¡chas! aparece a tu lado dispuesta a cambiar tu vida y la de los que te rodean, como la de tu novia Inez.
Pablo Picasso, un mudito que se expresa mejor con los pinceles que con la palabra, es el hombre más afortunado del mundo porque en su vida ha encajado la pieza que le faltaba, Adriana, de Burdeos, una mujer fuera de los común que viajó hasta París para trabajar en el mundo de la moda y conocer a su admirada Coco Chanel y se acabó quedando a vivir allí amando el mundo del arte y a sus máximos representantes de vanguardia. Viste como una flapper, mujer moderna de los años veinte que fuman cigarrillos con largas boquillas, escuchan jazz en clubs nocturnos, bailan pegadas o manteniendo las distancias, beben a mansalva licores de todo tipo, se deleitan con la buena literatura y visten con vestidos cortos, maquilladas en exceso, llevando el pelo corto, estilo bob cut y conduciendo a toda velocidad, buscando desafiar las normas convencionales y todo lo socialmente correcto.
Adriana es todo esto y mucho más, un sueño hecho realidad o de carne y hueso que se aparece a partir de las doce de la medianoche ¡Cenicienta se marchaba a esa hora! y que deja como recuerdo no un zapatito de cristal sino un diario donde esconde sus más íntimos deseos para con su media naranja norteamericana.
Nada de eso aparece en el cuadro de Picasso, la sensual y efervescente Adriana es una joven bañista surrealista que desnuda juega a la pelota sola en la playa francesa de Dinard, en 1928. Esta es Marie-Thérèse Walter, a la que conoció un año antes en la salida del metro cuando esta iba de compras a las Galerías Lafayette. La relación se mantuvo en secreto mientras él seguía casado infelizmente con Olga Khokhlova. En el film Gertrude Stein le comenta a Pablo Picasso que el retrato no capta a Adriana, tiene universalidad pero no objetividad, está pintada llena de insinuaciones sexuales, carnal hasta el punto de arder. Adriana es preciosa pero dueña de una belleza sutil y sensualidad implícita, nada de lo que contemplan en ese despacho. Pintó un ser de la Place Pigalle, una prostituta de apetitos volcánicos que se parece más a una naturaleza muerta que a un retrato.
La primera impresión de Gil es que Adriana Duprèe es una encantadora groupie amante de la belleza del arte. Después de hablar durante toda la noche con ella llegará a la conclusión de que el pedante y sabelotodo Paul Bates, es un maestrillo Liendre que de todo sabe y de nada entiende, un burro que anda sobradamente errado. No, no es un maravilloso retrato de su amante francesa, la modelo Madeleine, en los años veinte. Gil discrepa de él y dice que fue un intento fallido de captar a una francesa de Burdeos que llegó a París para estudiar diseño de vestuario para teatro y que tuvo distintas aventuras, con Modigliani, Braque y finalmente Picasso. Este último estaba enloquecido y la veía como un volcán en la cama.
La original pintura, de 24´5 x 35 cms que cuelga en una de las salas del Museo de Bellas Artes de Rennes, pertenece a una serie de 26 retratos playeros realizados en Dinard, en donde una mujer desnuda es sometida a distintas y violentas distorsiones que destacan su cuerpo del fondo marino. Un ser monstruoso que juega solo en la arena de la playa ¡Adriana siempre esta acompañada por hombres pero se siente sola en sus ideas y sueños! un bello cisne contenido que alarga sus brazos en busca del amor del que carece junto a Picasso, de él obtiene otras cosas.
Según André Breton se manifiesta una “belleza convulsiva” próxima al surrealismo, Gil Pender no estaría muy de acuerdo con esta afirmación pues para él Adriana es la perfección en la simplicidad aunque solo se le aparezca en supuestos sueños.
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