CUANDO LA PINTURA ENCONTRÓ AL CINE
¿Quién mató al caballero?
En el film La tabla de Flandes, de 1995, Julia Darro, una joven y bella restauradora de arte en Barcelona que tiene un encargo de la galerista y amiga Menchu Roch, debe intentar que un deteriorado cuadro primitivo flamenco del siglo XV, posesión de don Manuel Belmonte, recupere su estado original modificando su actual aspecto y encareciendo su valor en la subasta de Claymore. Una fotografía realizada con rayos X al mismo revela varios arrepentimientos del artista, en un principio pensó en representar una escena doméstica con una partida de naipes pero luego se decantó por otra de ajedrez en donde se podía leer una enigmática inscripción velada, escrita en latín, con letra gótica y sobre una filacteria que se había ocultado pintándose encima de ella.
Pronto Julia descubre que La partida de ajedrez, óleo sobre tabla de roble de 4 cms de espesor que medía 60 x 87 según decía la ficha, pintado en 1471 por Pieter Van Huys, guarda un secreto que no quiere ser descubierto. Este interior cuatrocentista o escena doméstica está ocupado por tres personajes representados con gran realismo y minuciosidad, dos caballeros de nobles aspecto que juegan una partida de ajedrez en primer plano y una mujer, vestida de negro y con velo, a la derecha en segundo plano que observa el juego mientras sentada lee un libro de Horas, apoyado en su regazo, junto a una ventana que da un precioso paisaje. El mobiliario, el de madera lo componen las tres sillas ocupadas, ocultas por ropajes o telas, un par de mesas, en la que se encuentra el tablero de ajedrez o la que en el fondo de la habitación muestra un par de cacharros de metal, una alacena que guarda otros recipientes de cristal y libros y una chimenea a la izquierda sin encender. El suelo enlosado en cuatro colores y el techo con vigas de madera completan la descripción de una pintura en donde lo importante son los protagonistas y otras inscripciones escritas en las paredes que identificaban a los mismos. El de la derecha, con túnica de color rojo bermellón y rico sombrero con innumerables pliegues y decorado con joyas como el Toisón de Oro o broche con piedras preciosas, sostiene en su mano izquierda la ficha del caballo blanco que se dispone a colocar en su próximo movimiento.
FERDINANDUS OST. D.
El otro hombre, concentrado en el juego, no lleva ropajes típicos de la corte como su contrincante sino un traje de aire militar y se le identifica como:
RUTGIER AR. PREUX.
La dama, vestida de terciopelo oscuro con velo blanco y adornada únicamente con un anillo de oro era:
BEATRIX BURG. OST. D.
Álvaro Ortega, antiguo ex amante de Julia y profesor de arte en la universidad, le informará que Ferdinandus Ost. D. era el duque de Ostenburgo, ducado situado entre Luxemburgo y Flandes o Fernando Altenhoffen quien debía tener treinta y cinco años cuando posó para el pintor de corte. Su esposa era Beatriz de Borgoña, aquí Beatrix Burg. Ost. D. y el segundo jugador puede ser el caballero Roger de Arras.
Julia descubre que los dos jóvenes, caballero y dama eran amantes y rivales políticos en la anexión de Ostenburgo a Francia o Borgoña y que alguien asesinó al caballero, conociendo Van Huys al culpable, se lo había contado en una carta Ferdinand, dejando este una serie de pistas en la partida jugada por ellos. Con la ayuda de un gitano callejero que controla el juego, veinte mil pesetas tienen la culpa, pretenden darle la vuelta a la partida y descubrir al asesino en un secreto que ha estado silenciado quinientos años ¡la malvada reina negra o Beatriz de Borgoña que se comió el caballo blanco!
Pasado y presente se mezclan en esta investigación cuando comienzan a acumularse los cadáveres alrededor de Julia, primero el caballo blanco o Álvaro Ortega, luego la torre blanca o el ricachón, dueño de un castillo, Manuel Belmonte, el peón Menchu Roch, la otra torre blanca o Dolores Belmonte, sobrina del viejo enfermo y por último el rey asesino o reina blanca, César Belmonte, tutor gay de Julia y hermano de Manuel que sabe que va a morirse y desea dejarle como herencia el valioso cuadro ya restaurado con un valor de sesenta y cinco millones de pesetas en la subasta ¡Jaque mate!
Según el film del director estadounidense Jim Mc Bride, en 1994 el tablero o Barcelona contendría distintas piezas como las blancas o benignas Julia Darro como la reina, el jugador de ajedrez callejero Domenec como uno de los caballos, Álvaro Ortega como el otro que come o colecciona fotografías de peones femeninos negros, Manuel Belmonte como una de las torres o su sobrina Dolores como otra, el inspector de policía que investiga el caso como uno de los peones junto a Menchu, la galerista o el joven Rashid, usado como coartada por César. Las negras son el propio César convertido en la reina negra, Max de la Peña, esposo de Dolores y caballo que amenaza a la reina blanca y es comido por el peón blanco del inspector y el dueño de la casa de subastas Paco Montegrifo que amenaza con dejarles a Julia y Menchu fuera del negocio o la estudiante de universidad Marisa que actúan como peones.
Las blancas:
El escritor español Arturo Pérez Reverte utilizó como base e influencia para la ficticia pintura con secreto de su novela algunas obras de arte del siglo XV o XVI reales como la flamenca La Virgen del Canciller Rollin, de Jan van Eyck expuesta en el Museo del Louvre de París o La partida de ajedrez, del pintor renacentista holandés Lucas van Leyden, en la Gemäldegalerie de Berlín y más modernas como Ajedrez con el diablo, de Friedrich August Moritz Retzsch, pintado en 1825.
Del primer ejemplo religioso adopta la minuciosidad y detallismo de la pintura flamenca llevado hasta el extremo en los objetos decorativos de la estancia o en ese paisaje que puede distinguirse detrás de la ventana. La perspectiva es creada utilizándose elementos como el enlosado y las vigas de madera o mobiliario como la chimenea.
Del segundo imita, además del título, el tema en una escena de género con dos jugadores de ajedrez, ahora una mujer y un hombre, sentados uno en frente al otro pero con público. En esta ocasión es una variante antigua llamada Ajedrez del Mensajero porque incorporaba esta pieza, luego derivó en nuestro alfil moderno. La figura femenina que juega con las negras, va ganando la partida, cosa que también ocurría en el policíaco film. Por último toma del cuadro de Moritz Retzch el aspecto de los jugadores y los colores de sus vestimentas aunque ha cambiado la posición de los mismos en la mesa. El hombre con sombrero emplumado y capa roja se coloca a la izquierda del espectador mientras que el caballero de azul ocupa la silla derecha. La mujer que observaba la jugada leyendo ahora se ha convertido en un ángel alado que parece más interesado en el joven, como Beatriz de Borgoña.
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