¡Hoy nos vamos al cine!   MIKAELA



                                                       Cumpliendo con su deber



Mikaela es el nombre que le han puesto a una tempestad que visita Madrid un 5 de enero, víspera del día de Reyes, también es el nombre de la guardia civil en prácticas que en una noche de perros y con automóviles bloqueados en la carretera, se encuentra con un policía con problemas laborales y familiares que considera muy cara la última versión del teléfono móvil de moda. 





La ocasión la pintan calva y cuando los planes no salen bien, una oportunidad en forma de furgón cargado de dinero, se convierte en la mejor idea rusa de todas. Daniel Calparsoro presents un film policíaco con tintes cómicos en situaciones muy concretas o una especie de Jungla de cristal con un John Mc Clane español que fuma como un carretero, jura en arameo, acepta sobornos, acumula multas de tráfico en la guantera de su coche y no es ejemplo de buena conducta y mejor deber. Mikaela es su Pepito Grillo particular que intenta enderezarlo y llevarlo por el buen camino o carril adecuado.






Un buen policía y malos ladrones se convierten en la trama principal con varias historias paralelas que acaban en happy end. La controladora de carreteras que realiza una sustitución y que se enamora del agente de la UCO al mando de la operación policial o la familia que entra accidentalmente en el asunto con un "pasaba por aquí" de manual que finaliza con un casual secuestro. 









Ni la acción aprueba ¡demasiada huida hacía ninguna parte en a oscuridad de la noche! ni los diálogos pasan el corte del suficiente ¡vacíos y carentes de contenido con sustancia! Aunque Antonio Resines lo intenta no es creíble su papel que a veces parece un padre en apuros y otro un mentor o maestro sin escrúpulos con puntería de concurso. La joven que da título a la película tiene un valor testimonial la mayoría de las veces y no se gana ni el chaleco de balas ni el reconocimiento público que merece. Solo parece estar ahí para dar un discurso político a favor de cuestiones como la inmigración ¡no están aquí para robarnos el trabajo! o la juventud, un divino tesoro del que los prejubilados deben aprender muchas cosas. 





Nuestra Die Hard con nieve no cumple con lo deseado. El viento sopla en dirección contraria, la tensión se puede cortar un un cubierto de plástico y la emoción es demasiado contenida como si alguien te obligara a meterte en tu vehículo sin tu permiso con peligro de echarte una cabezadita. 



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